Los bomberos forestales están expuestos a numerosos riesgos laborales; el calor, la humedad, la radiación, las partículas incandescaentes, micropartículas, nanopartículas, humos, nieblas, dispersiones acuosas, virus, bacterias, enzimas, proteínas, gases, vapores orgánicos e inorgánicos, ácidos, aminas, monóxido de carbono y formaldehido.

La falta de soluciones para proteger a los bomberos de estos agentes contaminantes limita el tiempo de actuación en la gestión del fuego y supone un perjuicio importante para la salud de los combatientes, con consecuencias a corto plazo (irritación de nariz, garganta y ojos, tos, sensación de ahogo, disminución de la capacidad de trabajo, destreza manual y nivel de atención, pérdida de la percepción visual del entorno -el famoso efecto túnel que aparece tras largas horas de operativo-, dolor de cabeza, náuseas e intoxicación) y a largo plazo (la exposición continuada a CO y formaldehido puede generar enfermedades laborales inhabilitantes e incluso cáncer).