Las dos primeras mujeres en ser jefas de estación de bomberos

Historias de Bomberos

Bomberos de Argentina 08 / 03 /2021

Las dos primeras mujeres en ser jefas de estación de bomberos


Ciudad de Buenos Aires.- Dicen que, con compañía, las cosas se logran más fácil. No es lo mismo encarar un desafío solo, que hacerlo de la mano de alguien que persigue los mismos objetivos.

Claudia Messina tenía 27 años cuando entró a la escuela de bomberos de la Ciudad. Se había recibido de arquitecta -porque no era opción en su familia que no siguiera una carrera universitaria-, pero siempre supo que quería formar parte de alguna fuerza de seguridad. De adolescente, había formado parte del Club de Leones por su vocación de ayudar y fue cuando se mudó cerca de un cuartel que descubrió que era eso a lo que quería dedicarse.

Claudia Baremboim acababa de divorciarse, tenía un hijo de dos años y necesitaba un cambio en su vida. También arquitecta -y con un padre policía que no quería que ninguna de sus hijas siguiera sus pasos-, cuando supo que en el escalafón bomberos pedían arquitectos entendió que ese era el rumbo que debía seguir.

Ambas Claudias, ambas arquitectas, ambas mujeres. Por su formación universitaria, la carrera de bomberos les llevó un año en lugar de los tres que le insume a una persona sin estudios de grado.

Entraron al cuerpo de bomberos, primero, en áreas administrativas, técnicas, de pericia, de prevención.

“Cuando ocurrió el incendio de Cromañón, eran muchas las homologaciones y condiciones que debían cumplirse para las instalaciones y, para saber de leyes y no estar dudando con cada cosa que tenía que hacer, estudié Derecho”, contó Messina a Infobae sobre cómo obtuvo su tercer título -el de abogada- para hacer mejor su trabajo de bombera. Por su condición de abogada accedió a otro tipo de puestos y así se iba prolongando la posibilidad de ir a una guardia de incendio, que era lo que ella más quería.”Recién lo logré en 2013 (había entrado en 1999) y ahí me quedé porque empecé a hacer bases dentro de lo operativo; pasé por diferentes cargos y ahora me dieron el pase como jefa en una estación”, relató.

“Cuando me presenté a la escuela de cadetes tenía un hijo de dos años; me preparé para dar el examen y me fue bien e ingresé -recordó Baremboim-. Estuve 20 años en la oficina, cada vez empezaron a entrar más mujeres, ascendí a subcomisario y empecé a hacer guardias”.

La mujer se postuló para ascender de subcomandante a comandante y, al igual que su compañera, lograron en febrero pasado ser las primeras jefas de estaciones, “algo que era impensado”.

Sobre por qué cree que de los diez cuarteles más los 15 destacamentos que hay en la Ciudad ellas son las primeras jefas, Messina consideró que, a diferencia de lo que pasa en la policía, donde la primera mujer que llegó a ser comisario lo hizo hace hace 20 años, “la carrera de bombero tiene menos mujeres porque es muy dura desde lo físico, es muy difícil para un personal femenino”. “Para que te des una idea, el equipo de incendio pesa mucho, la manguera puede llegar a los 10 kilos, el equipo respiratorio suma otros tres y en caso de incendio hay que subir con todo eso por escalera, por lo que el estado físico que se requiere es muy exigente”.

De los 110 bomberos que Messina tiene a cargo en la estación VIII Nueva Chicago, solo 20 son mujeres. En la X Villa Lugano, Baremboim cuenta con una dotación de 87 bomberos, entre los que se contabilizan nada más que 15 mujeres.

– ¿Cómo se llevan con tener tantos hombres bajo su mando? ¿Se sintieron alguna vez subestimadas en su trabajo por el hecho de ser mujeres?

– Messina: En ninguno de los destinos en los que estuve (ya había estado a cargo de personal) tuve problemas; siempre soy equitativa en el trato y en mis decisiones. Creo que el respeto se gana.

Estoy orgullosa porque, tanto para arriba como para abajo, siento mucho respeto de mis pares.

– Baremboim: Los hombres lo toman bien, mi subcomandante es hombre y trabajamos muy bien juntos. En mis equipos, siempre parto de la base de que para que todo salga bien la relación entre todos tiene que ser buena.

La verdad es que, por mi formación y mi edad, nunca me sentí subestimada.

Sobre por qué creían que el cargo les había llegado ahora, Messina explicó que ellas fueron las que se postularon para el ascenso. “Nos sometemos a un concurso de ascenso con pruebas físicas e intelectuales, luego, los informes de nuestros superiores determinan a qué cargo podemos aspirar -detalló-. Creo que el nombramiento se me dio porque mostré que tengo la capacidad; fue toda una sorpresa pero sé que puedo con esto”.

– ¿Creen que el cargo les hubiera llegado antes si hubieran sido hombres?

– Messina: No, porque está sujeto al análisis de tus superiores en función de lo que hiciste en toda tu carrera, independientemente del género. La incorporación de bomberos mujeres empezó en el año 99 y, junto con mi compañera, fuimos las únicas en esa primera camada, por lo que podría decirse que del 100% que entró en ese momento llegó al cargo máximo el 100%.

– Baremboim: La verdad es que tuve la posibilidad de ascender siempre que me postulé y estudié para lograrlo. Con mi compañera siempre decimos que somos protagonistas y testigos de este cambio, que era impensado cuando entramos.

Cada vez que te postulás para ascender te toman exámenes físicos, teóricos, psicotécnicos, entre otros, y siempre seguimos entrenando porque, a pesar de que ya no vamos a apagar el incendio, el estado físico tiene que seguir siendo bueno.

Siento que es momento de abrir camino a las generaciones que vienen y demostrar que se puede.

– ¿Siempre sintieron que tenían posibilidades de progresar o creen que es algo que se acentuó en los últimos años?

– Messina: Siempre hay alguien a quien tal vez no le gusta mucho que una mujer progrese, pero la realidad es que al pelear el cargo tengo las mismas posibilidades que cualquiera.

Puede haberme ayudado el hecho de que seamos pocas, pero lo cierto es que ascendí en los mismos años que mis pares.

– Baremboim: Al principio, como éramos pocas mujeres, ir a hacer prácticas a una estación era difícil, desde lo social hasta porque no estaban preparadas las estaciones para recibir mujeres, por no tener dormitorios ni baños.

Es una actividad y una fuerza pensada para hombres. Pude haber tenido algunas limitaciones al principio, pero, de a poco, fue cambiando, aunque creo que un poco todavía falta.

Ambas con hijos adolescentes -Messina tiene dos varones de 17 y 19 años y Baremboim, un varón de 25 y una mujer de 17-, cuentan que su familia siempre las apoyó en sus carreras.

“Mis hijos me cargan y me dicen ‘pobres los bomberos’ y yo les digo siempre ‘manejo 100 hombres, no te voy a manejar a vos’”, bromeó Messina, al tiempo que su compañera reconoció que para sus hijos el trabajo de su madre es lo más normal del mundo. “Cuando mi hija iba al jardín, en una oportunidad, fui a darles una charla a sus compañeros y no podían creer que su mamá era bombera y ella no entendía de qué se asombraban”, recordó Baremboim.

Sobre si creían que había machismo en el ambiente en el que se desempeñan, ambas recordaron anécdotas para ejemplificar situaciones que les había tocado vivir.

“En una oportunidad, yo estaba como jefa de un operativo, en un incendio muy grande que habían venido a cubrir los medios de comunicación -mencionó Messina-. Yo le había dicho al periodista cuál era mi cargo, pero cuando me habla el conductor que estaba en el piso me presentó como ‘la vocera de bomberos’. Me dio risa que automáticamente te bajan de nivel; es como que les cuesta asimilarte como jefe de un rubro tan masculino”.

A su turno, Baremboim consideró que “el machismo todavía existe y va a tardar una o dos generaciones más en erradicarse”. “Me ha pasado estar en reuniones con 40 hombres y escuchar comentarios del tipo ‘las mujeres también piensan’ -evocó-. Por suerte, veo que mi hijo de 25 es totalmente distinto en su pensamiento y los bomberos que se reciben tienen más o menos esa edad, así que tengo fe de que pronto cambien esas cosas”.

Fuente y foto: www.infobae.com