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La pobreza energética que mata

La pobreza energética que mata


En al menos la cuarta parte del total de víctimas de incendios, el fuego tuvo su origen en sistemas de calefacción o de iluminación obsoletos.

Las últimas muertes por incendio en nuestra ciudad, nos hizo replantear mucho acerca del tema. Era una vivienda social en un barrio obrero, donde se calefaccionaban de manera precaria, porque seguramente el gas no llegó a su cuadra y el costo de la garrafa lo hace privativo. Pero la pobreza, sobre todo la pobreza energética, incrementa mucho las posibilidades de siniestros.

Según estadísticas propias al día de hoy, de cada ocho víctimas en incendios, seis pueden atribuirse a causas relacionadas con la pobreza energética (a falta de una estadística oficial).

Aproximadamente, en la mitad de los casos con muertos no se conocen las causas del incendio. En los que sí se sabe cómo empezaron, casi la mitad se originó en aparatos productores de calor: braseros, estufas o chimeneas. Las fallas del sistema eléctrico, los fumadores aportarían juntos y por ese orden un porcentaje similar, y cocinar, las fugas de gas no sumarían una decena de casos en total. También se reconoce que “la relación entre la temperatura registrada en los distintos meses del año y el número de víctimas mantiene cierta proporcionalidad. Los meses de junio y julio están siempre entre los que computaban un mayor número de fallecidos, seguidos, dependiendo de las temperaturas soportadas, pero también se notan algunos casos aislados en otros meses del año por utilización de velas como iluminación”. Si en al menos la cuarta parte del total de víctimas de incendios el fuego tuvo su origen en sistemas de calefacción en cierta manera obsoletos, parece clara esa “cierta proporcionalidad”.

Es cierto que la gente se muere en general más en los meses fríos. El informe. Según el INDEC el 11% de los hogares (casi 5 millones de personas) se declaraba incapaz de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en los meses de invierno (es decir, para decirlo llanamente, pasan frío en casa). El 8% de las familias declaraba tener retrasos en el pago de las facturas de la vivienda incluyendo las de energía doméstica. Estos son datos de 2016, pero no parece que la economía haya conseguido variarlos sustancialmente desde entonces.

Los hogares con menos recursos monetarios tienen una mayor probabilidad de estar en pobreza energética, y sin duda tener bajos ingresos es un factor importante de vulnerabilidad, pero esto no implica que unidades familiares con ingresos medios o por encima de la media no experimenten condiciones asociadas a la pobreza energética. En los últimos años, nos encontramos que ya no solo hay incendios en casillas precarias de asentamientos, sino en viviendas normales, en las que llegan a tener que hacer fuego para calentarse. En zonas como en las que nos criamos, muchos de nosotros, barrios obreros pero no marginales, entras en casas y ves que cocinan con leña, o que tienen la instalación eléctrica deficiente y sin la protección adecuada, o que les han cortado la luz y no lo cuentan por vergüenza.

La respuesta oficial debería ser «prevención”, pero no es esa. Desde nuestra institución se establecieron hace un par de años campañas de prevención en las redes sociales: “Recomendamos varias medidas preventivas como no fumar en la vivienda, no sobrecargar los enchufes, desconectar los aparatos eléctricos después de usarlos, no dejar encendedores y fósforos cerca de los niños, donde colocar velas ante cortes de energía, etc, etc”.

Vemos que desde el poder político el tema de prevención de incendios no atrae votos: “En general, todas las administraciones, incluso las más progresistas, no están haciendo nada en este tema. Parece que las cosas se hacen en función del gasto, no del problema. “Hablarle de prevención de incendios a alguien que se muere de frio es como hablarle de alimentación saludable a quien se muere de hambre”.


Ofic. Ing. Eduardo Javier Granda
Soc. Cuerpo Bomberos Voluntarios Pilar (B)
Especialista Certificado CEPI (NFPA)

 



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