Historias de Bomberos

Bomberos de Argentina 04 / 09 /2016

Tras 40 años de servicio, armó un museo de bomberos en su casa


Buenos Aires.- Se abre la puerta y un santuario creado con mucha pasión ilumina la sonrisa de un histórico vecino de Monte Grande, en Esteban Echeverría, al Sur del GBA. Parado en el living de su casa, Daniel Cassinelli (62) oficia de guía y cuenta la historia de cada uno de los objetos de bomberos que fue coleccionando durante toda su vida este ex voluntario que, desde sus 15 años, dedicó su tiempo al servicio de la comunidad. Hoy, ya retirado del cuartel, armó un museo en su casa que tiene 74 cascos, chapas, autobombas de juguete, escudos y gorras de efectivos de todas partes del mundo.

En el barrio no hay vecino que no haya escuchado hablar de “El Pájaro”, tal como lo conocen todos: un bombero de ley, que durante 40 años dio su vida por la gente. Desde el 8 de mayo de 1970, Daniel Cassinelli ayudó a todo aquel que lo necesitara. Asistió incendios, accidentes de transito, fue abanderado de importantes desfiles cívicos del país y hasta llegó a ser comandante del cuartel. “Hoy me paran en la calle algunos jóvenes junto a sus hijos que recuerdan cuando me veían ir hasta el cuartel en bicicleta. Y además me preguntan por el museo…”, cuenta Daniel.

Sólo basta con disponer de cinco minutos para recorrer los estantes que dentro de su casa acarrean más de un siglo de historia. “El casco más viejo que logré conseguir es uno francés de 1850. La mayor parte de mi colección son europeos, pero tengo también objetos de China, Japón y América Latina. Cada uno de ellos tiene una leyenda diferente. Algunos fueron testigos de guerras como Vietnam e India y otros sobrevivientes de rescates importantes como lo fue el atentado a las Torres Gemelas”, cuenta con orgullo Cassinelli, quien estuvo 30 años como chofer de la línea de colectivo 501.

Su primer casco lo intercambió con el antiguo jefe de un cuartel de Lomas. A partir de ese momento, ingresó al circuito de coleccionistas y poco a poco fue armando este espacio que identifica a todo bombero.“Empecé a tener contacto con personas a nivel internacional. Hay una costumbre en esta vocación que es cambiar objetos distintivos al conocer colegas de otros países. En todo este tiempo me crucé con coleccionistas de diferentes nacionalidades y formé una linda relación “, detalla Daniel.

En más de una oportunidad, el procedimiento para conseguir las reliquias que hoy Daniel exhibe en su casa, fueron una gran aventura. Cartas, mails, subastas e intercambios frustrados, llevaron al vecino de Esteban Echeverría, a pasar días enteros a la búsqueda de un nuevo casco. “Cuando vienen bomberos de otras zonas, se sorprenden al ver una gran cantidad de piezas que tengo en casa. También me preguntan sobre la historia y función de cada uno de los cascos, por ejemplo”, cuenta el vecino mientras muestra el techo de su quincho decorado con 300 parches de escudos.

Su amor por esta profesión se remonta a cuarenta años. Era apenas era un adolescente de cuando –casi de casualidad– se inscribió en el cuartel de bomberos voluntarios de Monte Grande. Y desde ese momento no paró. “En el cuartel fui conductor de autobombas y también instructor de los nuevos cadetes. Hay que tener mucho amor y pasión por esta vocación. Quererla como una novia en los buenos y los malos momentos”, admite.

Daniel se arremanga su buzo y señala dos tatuajes que lleva en su piel. Uno hace referencia al monumento a los bomberos voluntarios –ubicado en la plaza Mitre de Monte Grande– que él mismo fundó. Y luego indica con el dedo la réplica del escudo que simboliza su cuartel. “Ser bombero me marcó la vida. Conocí muchas personas que se convirtieron en amigos. Y aprendí buenos valores”, afirma.

Por su colección, participó en exposiciones de La Rural y en el Salto Argentino. En un futuro sueña con donar los cascos al cuartel de bomberos de La Boca.

fuente y foto: www.clarin.com