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Bomberos de Argentina 25 / 09 /2016

Mujeres dispuestas a todo en las filas de bomberos


Ser bombero voluntario implica tener un espíritu colectivo y solidario. Equilibrar los aspectos de la vida como el trabajo, la familia y el servicio no es una tarea fácil.

Es aún más complejo para una mujer, que es madre, que trabaja y que en muchos casos es sostén de familia. Pero hay mujeres que le hacen frente a esta realidad y son importantes pilares para la sociedad de Roca.

Las bomberas son mujeres multifacéticas (madres, novias, hijas, trabajadoras y estudiantes), seguras, convencidas y dispuestas a dar la vida por el prójimo.

El caso de tres bomberas

La llama del servicio parece transmitirse de generación en generación a través de familias de bomberos. Es el caso de Ayelén Durán de 26 años, su padre es bombero jubilado y prestó servicios durante 28 años.

Rocío López de 24 siguió el camino de su hermano que fue cadete y de su actual marido que es bombero. Se anotó “para probar” y también quería ser policía.

Gladys Higueras de 22, es la primera en su familia. “De chica siempre busqué el lugar donde pudiera ayudar. Empecé y no le conté a nadie. Los que sabían me decían que dejara, que es peligroso y tuve que inventar que era pago, como un trabajo más”, rememoró.

Todas tienen hijos pequeños y criados en el cuartel, como la bebé de Rocío que por obra del destino nació un 2 de junio, día del bombero.

“Entrar a bomberos es cambiar la vida en un 100%”, confió Ayelén. Lo más difícil es acomodar con quién dejás a tus hijos cada vez que hay un incendio.

Lo mismo le pasa a Gladys. No sólo le cuesta acomodarse con su bebé sino que debe lidiar contra las opiniones de los de afuera.

“Complica el tema de la familia, el trabajo, la casa, el estudio. Hay que dedicarle tiempo a muchas cosas”, lanzó Rocío.

Gladys contó que tuvo que redireccionar su vida personal por su vocación: ayudar a las personas y trabajar en emergencias, por eso también está estudiando para ser enfermera.

Dar la vida por el otro

Llamados de atención en el trabajo, viajes de placer, familia, fiestas, salidas al boliche que nunca fueron: quedaron secundarizadas en la vida de estas mujeres por salvar la de otros.

Se prioriza el compañerismo y la solidaridad, sin obtener nada a cambio. Por el contrario, aseguran que no sólo no ganaron, sino que tuvieron que dejar cosas de lado.

“Dejé a mi hijo en pleno salón de cumpleaños por irme a un accidente con personas atrapadas. Dejé Navidades y Año Nuevo, un montón de ocasiones especiales que no van a volver”, contó Ayelén.

“Si nos pusiéramos a pensar que nos podemos morir, creo que no había nadie acá adentro. Lo hacemos sin pensar”, opinó Rocío.

Salvar a alguien es como salvar a tu hijo

“En cada personita que vas a sacar pensás que podría ser tu hijo, tu sobrino o tu hermano”, señaló Ayelén recordando uno de sus primeros incendios de vivienda. Ese siniestro les llegó al corazón. Ese día, fallecieron dos nenes con su mamá.

“Para todos los que éramos papás y mamás, fue un golpe muy duro. Yo lo único que quería era agarrar a mi hijo y abrazarlo”, relató Ayelén.

fuente y foto: ww.anroca.com.ar